Bonifacio Nuñez Vega

Jugaba para la Unidad Morelos del Seguro Social. Una ocasión fui expulsado. Me dirigí con el árbitro y le dije: no vengo a que me dé mi registro sino a que me diga donde encuentro un libro de reglas porqué me expulsó por conducta incorrecta, se me hizo muy dominguera la expresión, la frase. Fui, compré el libro y empecé a leerlo. Una vez, faltó un árbitro, mi entrenador se quitó el silbato y me dijo: a ver, métete a arbitrar. Yo creo que ahí me picó el cáncer del arbitraje.
El arbitraje es celoso, es una autodisciplina celosa. Era un árbitro que gozaba el arbitraje. Yo llego el 19 de abril del 76 al futbol profesional. Mi debut en primera división fue en 1980 (dirigió su primer partido cuando se enfrentaron Universidad de Guadalajara y Atletas Campesinos) hasta el 24 de marzo de 1996, en un partido América-Cruz Azul.
Hice cosas que no debí haber hecho, que muy probablemente propiciaron que no me dieran un clásico nunca: el hecho de encarar a un jugador o que hubiera un diálogo fuerte porque había diálogos fuertes. Yo nunca arbitré Chivas-América.
Creo que fui un árbitro diferente, singular, porque si algo me gustaba -yo jugué futbol- era que hubiera justicia en el terreno de juego, que nadie sacara ventaja. No le quedé a deber al arbitraje, ni el arbitraje me quedó a deber, no, no, nunca…
Sí, mire, mi Minuto 91 (M91), ¡híjole!, el más emocionante; el más emocionante porque ya me había yo venido preparando, porque muchas ocasiones la Comisión de Arbitraje nos prepara para llegar a la primera división pero no nos prepara para decirnos váyanse. Entonces, prácticamente un año previo empezaba yo a hablar con mis hijos y a decirles que ya se iba a acabar; se iba a acabar a lo mejor de Tampico, los ceviches, se iban a acabar el cabrito de Monterrey, las glorias, en fin, tantas cosas que les traía yo.
Cuando a mí me dan ese partido, América-Cruz Azul, yo dije este es el momento. Un estadio casi lleno, un partido de jerarquía. Yo había tenido dificultades con la Comisión de Arbitraje, con el que era presidente (Edgardo Codesal), entonces yo dije, no, a que me quedo. Faltaban pocos minutos y ya se va acabando el partido; no me voy a volver a vestir de árbitro, no voy a volver a estar en esto, es muy duro, a pesar de que viene uno preparándose psicológicamente, pero ese M91 es muy duro. Fue una emoción terrible y me puse a llorar, se acabó.
Debo decir que jamás en la vida me pasó por aquí que yo me pudiera dedicar al periodismo. Con el periódico Reforma debo estar toda mi vida muy agradecido. Me retiro aquel 24 de marzo de 1996, un domingo, con América-Cruz Azul y ellos me hablan el miércoles siguiente. Me dijeron "no se eche ningún compromiso, queremos que trabaje con nosotros". Y qué esquina me van a dar para vender el diario Reforma, les dije, "no, queremos que escriba". El 1 de abril de 1996 salió mi primera columna de Reforma: "Y Boni opina". También tuve la dicha de trabajar en Multivisión en el programa "Puro Futbol" y después me habló José Ramón (Fernández) para invitarme a TV Azteca. Estoy muy contento, muy tranquilo, llevo a cabo mi trabajo con gusto, con pasión. Hay ocasiones en que me siento desde las tres de la tarde y es la una de la mañana y me estoy parando después de ver los juegos porque esa es mi obligación.

*Bonifacio Nuñez nació en Pachuca, Hidalgo, el 14 de mayo de 1946.

Walter Gassire

Walter Gassire nació el 21 de agosto de 1946. Es un hombre que se hizo desde abajo y que tuvo la formación de una familia en la ciudad de Florida, en Uruguay. Su primera experiencia como jugador fue en un equipo infantil de su ciudad. Le gustaba, incluso, jugar en el campo, al ataque, pero después, llegado el momento de decidir, tuvo que tomar una determinación y eligió la portería.
“El ser portero, para mi forma de ser, tiene que ser un hombre con una personalidad diferente a todos”, asegura “El Flaco” Gassire.
Con sólo 15 años de edad, el equipo Peñarol lo reclutó en sus fuerzas inferiores, en donde permaneció 12 meses. A punto estaba de cumplir los 17 cuando Wanderers le ofreció su primer contrato como jugador profesional en 1963.
“Estuve dos años en ese equipo. Después estuve seis años en el Defensor Sporting”, recuerda el fantástico exportero del Toluca al tiempo que le viene a la mente el momento preciso en que tuvo contacto con México.
“Hicimos giras, incluso venimos a México en aquel momento y en el año 1974 tuve la gran fortuna de que dirigiera a Toluca, el profesor José Ricardo de León, con el cual ya había trabajado yo allá, en Uruguay”.
Esa temporada 74-75 fue para Gassire un sello indeleble. Fue el campeonato del mítico Cangrejo Rojo. Apodados así por un José Antonio Roca que nunca pudo descifrar la forma de juego de los “Choriceros”. Este equipo tenía un solo objetivo englobado en la oración favorita del profesor de León: “El asunto es ganar”.
“Soy campeón con el equipo de Toluca, nominado el mejor portero y montón de cosas. El portero menos goleado y estuve acá hasta el año 80. Pasé después al equipo de Atletas Campesinos en Querétaro”, relata el uruguayo.
“Dejé de jugar seis meses por una lesión en el tendón de Aquiles y un día, estando también el profesor de León con el Atlético Español, me vinieron a contratar. Tuve un paso ahí muy efímero, muy poco tiempo”. Walter Gassire sabía que el final estaba cerca pero decidió seguir probando suerte cuando el Tampico Madero lo compró. “Todos los equipos que defendí, los defendí siempre a costa de todo”, enfatiza orgulloso y sonriente.
Muy cerca de la Bombonera, del estadio “Nemesio Diez” de Toluca, a dos calles simplemente, hay un pequeño local comercial. Adentro está un hombre con la melena que esconde la blancura de las canas entre lo dorado de sus rizos y que hace tiempo dejó de hacer reverencia a su apodo, “El Flaco”.
Es él, Walter Gassire, quien analiza la llegada de su Minuto 91, el inicio de su retiro como jugador activo.
“En el año 80 tuve yo la desgracia, jugando con el Deportivo Toluca, de tener un problema bastante grave. Una operación cerebral a raíz de un tumor en el cerebro que me dejó imposibilitado en su momento. Me operaron y al mes y medio volví a jugar. En ese lapso estuvo mi Minuto 91 presente en todo momento. ¿Por qué? Porque no sabíamos que iba a pasar. Bendito sea Dios todo salió favorable y volví, al mes y medio volví a jugar”, relata emocionado y agradecido con la vida.
“Pero después, en el 83 el equipo de Tampico me contrata y hasta ahí llegó la actuación de Walter Gassire como profesional. No es fácil, uno se tiene que ir haciendo a la idea que todo comienzo tiene un fin. Fue difícil, difícil de tomar esa decisión pero sí tiene que llegar y en mi llegó y me adapté, me tuve que adaptar”.
Gassire no quiso volver a su país. En Toluca había hecho su hogar, se casó con una mexicana y fue en la capital del estado de México donde creó el negocio que lo ha mantenido desde que se fue del futbol.
“En el año 85 nace mi hijo, nace el hijo menor mío. Entonces llegó la hora de poner un negocio ya estable y pusimos este negocio con mi esposa”.
El negocio es una tienda de artículos deportivos que lleva el nombre del futbolista.
“Este negocio es un negocio de deportes que está relacionado a lo que yo realizaba. Toda la gente me conoce por el futbol, por lo que fue Walter Gassire. Tenía que poner algo relacionado con el futbol”, asegura mientras atiende a una clienta que le pide un uniforme completo de los Diablos Rojos para su hijo de seis años.
Además, Gassire fue más allá. También tiene una fábrica de ropa deportiva que le ha abierto otras oportunidades de negocio.
Rodeado de balones, uniformes, medias, tacos de futbol, espinilleras y un sin fin de accesorios, Walter Gassire pasa los días trabajando. Si algún día visita Toluca vaya a visitarlo y aprecie sus fotografías colgadas en la pared que marca el fondo del local y de paso conozca a Zidane, el perrito French Poudle que siempre acompaña a su dueño.
“Y bendito sea Dios, es el que nos ha dado de comer y el que está presente con nosotros”, aprovecha para decir este hombre agradecido.
En el 2009, el destino lo trajo de vuelta al campo de juego. Desde entonces es auxiliar de Héctor Hugo Eugui, su gran amigo, y juntos soñaron en grande con el equipo de Indios de Ciudad Juárez. Después tomaron al Toluca y estuvieron al frente del equipo de sus juventudes, con una ilusión única: volver a ser campeones vestidos con el rojo escarlata. Pero no lo lograron.
Walter ha vuelto a concentrarse en su negocio y sigue viviendo en Toluca.

El Cuate

Nombre: Ignacio Francisco Calderón González
Apodo: “El Cuate”
Lugar y fecha de nacimiento: Guadalajara, Jalisco. 13 de diciembre de 1943.
Posición: Portero.
Equipos: Guadalajara (1962-75), Universidad de Guadalajara (1975-80), Atlas (1980).
Selección nacional: Juegos Olímpicos Tokio 1964, Campeonato Mundial Inglaterra 1966 y México 1970.
Campeonatos de Liga: Guadalajara 1962, 1965 y 1970.

Inició a los 15 años con las fuerzas básicas del Guadalajara. Él y su hermano gemelo, Carlos, quien jugó de delantero, recorrieron los equipos juveniles de las Chivas hasta que llegó el debut de ambos.
Nacho debutó primero, en 1962, y le quitó la titularidad al legendario Jaime “Tubo” Gómez. Le tocó jugar y ser campeón con muchos de sus grandes ídolos, los miembros del “Campeonísimo Guadalajara”.
En 1964 es convocado por Nacho Trilles para jugar los Olímpicos de Tokio, en 1966 fue titular en el Mundial de Inglaterra 1966 y cedió su lugar en el último partido contra Uruguay para que Antonio “La Tota” Carvajal pudiera completar sus cinco mundiales como jugador.
En 1970, ya con gran fama a cuestas, defendió la portería nacional en la Copa del Mundo celebrada en México. No recibió gol durante casi tres partidos y medio hasta que cayeron los cuatro goles con que Italia eliminó a la selección en Toluca. Desde entonces le empezaron a llamar “Coladerón”.
Tras 13 temporadas con el Guadalajara cambió de equipo y su traspaso cambió para siempre el sistema de contrataciones del futbol mexicano. Su carta fue tasada en 3 millones de pesos que fueron pagados al contado por la Universidad de Guadalajara, equipo que recién había ascendido a la Primera División cuando le compró la franquicia al equipo Torreón. La U de G pagó 2 millones de pesos por la franquicia y la planilla de 20 jugadores, por esta razón la transferencia de Calderón fue de escándalo al costar el equivalente a equipo y medio de primera división.
Pasó cinco años con los míticos Leones Negros, alcanzaron dos subcampeonatos y fue nominado el Mejor Portero de la temporada 1976-77. Estos méritos lo hicieron soñar con jugar el Mundial de 1978, pero José Antonio Roca no lo convocó. Ahí sintió que ya no había nada que demostrar. Jugó tres meses más para el Atlas de Guadalajara y le llegó el Minuto 91.
Su gran fama y prestigio le abrieron brecha en la vida aunque a veces la soledad lo ha tambaleado. La Vida después del Futbol siguió su curso y, hoy en día, Nacho Calderón es un empresario exitoso. Su negocio es de textiles y fabrica blancos, cortinas y colchas para muchos hoteles en todo el país.

Es un hombre feliz y muy enamorado, siempre enamorado.

El Astroboy

Nombre: Ricardo Heliodoro Chavarín Dueñas
Apodo: “El Astroboy”
Lugar y fecha de nacimiento: Atenguillo, Jalisco. 3 de julio de 1951.
Posición: Centro delantero.
Equipos: Nacional de 2ª división (1969-71), Atlas (1971-75), Universidad de Guadalajara (1975-1982), Coyotes Neza (1979).

En Jalisco, el que no era mariachi era futbolista y Chavarín optó por lo último. Nacido en Atenguillo, su familia se mudó a Guadalajara cuando él era muy pequeño. Aprendió el juego en el barrio donde soñó con ser profesional para dejar a un lado a la pobreza que lo llegó a merodear.
El Nacional, que jugaba entonces en la segunda división fue su primer equipo. De ahí pasó al Atlas y le tocó descender. Al siguiente año los rojinegros volvieron y ese equipo dejó muy buena impresión a pesar de no ser campeones. En 1976 pasó a los Leones Negros de la Universidad de Guadalajara, donde fue dos veces subcampeón con una escuadra plagada de seleccionados. En este lapso fue prestado una temporada al Coyotes Neza donde jugó al lado de Carlos Reinoso.
Fue seleccionado nacional y formó parte del representativo que quedó eliminado en Haití para la Copa del Mundo de 1974 en Alemania.
Le decían Astroboy por su peinado, haciendo una comparación con una famosa caricatura japonesa de aquella época. El Gato Vargas fue quien lo bautizó y Ángel Fernández quien dio a conocer el apodo en sus crónicas para la televisión.
Fue un centro delantero muy rápido y de excelentes facultades que buscaba el gol arriesgando lo que fuera.
Su Minuto 91 llegó cuando sus facultades mermaron. Cuando se sintió lento y vio que tras de si, los jóvenes venían acenchando.
La vida después del futbol lo hizo trazar una nueva ruta. Trabajó como administrativo en el equipo Bachilleres de la Universidad de Guadalajara y también con los Leones Negros de Nacho Trilles, después fue burócrata y se desempeñó como funcionario del departamento de compras del Sistecosome (Metro de Guadalajara).
Actualmente tiene un negocio de artículos para bebé en el centro de Guadalajara y vive feliz con su esposa. Es padre de dos hijos, un hombre y una mujer. Ella está casada con el jugador Mario Méndez Olague. Chavarín ya es abuelo y no tiene problemas en la vida.

La Vida después del Futbol

El Minuto 91 es la metáfora del retiro de un futbolista. ¿Cómo llega ese Minuto 91?, ¿qué sentimientos despierta?, ¿cómo es La Vida después del Futbol?. En este espacio buscaremos a aquellos futbolistas que han dejado el campo de juego para continuar con el partido más complicado de los hombres: vivir la vida.